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Las Leónidas

Particle Physics and Astronomy Research Council

Royal Greenwich Observatory
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Cuaderno Corto de Información No. 19: 'Las Leónidas'


Las Leónidas:

Una de las más prolíficas lluvias de meteoros es Las Leónidas. El radiante está en la constelación de Leo y los meteoros de esta lluvia pueden verse durante un período de cerca de dos días centrado aproximadamente en el 17 de Noviembre.

Esta lluvia de meteoros está asociada con el cometa Tempel-Tuttle.
Como se piensa que los meteoros de esta lluvia son partículas de polvo dejadas por el cometa, es probable que haya una densa corriente de tales partículas en la trayectoria del cometa y cerca de él.

Se ha observado que Las Leónidas tienen cortos períodos durante los cuales pueden verse cientos de meteoros. Esto no ocurre cada año, si no que parece llegar a un máximo cada 33 años, que es el período del cometa Tempel-Tuttle.
Estas tormentas de meteoros fueron vistas en 1799, 1833, 1866 y, más recientemente, en 1966. Las tormentas de 1899 y 1933 fueron muy decepcionantes. El próximo máximo debería, por lo tanto, ocurrir en 1998 o 1999.

En 1995 los observadores del Reino Unido observaron un máximo de actividad alrededor de las 04:00 UT el 18 de Noviembre, equivalente a una 'tasa cenital horaria' de cerca de 40. En 1966 la Tierra atravesó la trayectoria del cometa cerca de las 10:00 UT, en la mañana del 17 de Noviembre.
En 1997 la posición de la Luna no será favorable. La Luna Llena el 14 de Noviembre interferirá con las observaciones.

Las estrellas fugaces deberían parecer provenir desde dentro de la 'hoz' de la constelación de Leo, que nace cerca de las 23:00, hora local.
El número de meteoros podría no ser muy alto, pero las predicciones podrían ser erróneas, y un podría ocurrir un pico.
Las Leónidas típicamente son meteoros extremadamente rápidos, y una porción importante deja un rastro persistente.

El máximo bien podría ser de sólo una hora de largo, y la hora exacta en que la Tierra pasará a través del máximo sólo se conoce pobremente, de modo que valdrá la pena mantenerse vigilante desde la media noche, siempre suponiendo que el cielo esté despejado!

Para la fotografía, la BAA recomienda utilizar lentes gran-angular, a f/2.8 o más rápido, con una película sensible como la Ilford HP5plus, empujada a ISO 800. Monte la cámara en un trípode, y apúntela en la dirección de la Osa Mayor o de Tauro.
Deje el obturador abierto durante 10 a 15 minutos desde un sitio oscuro. Tenga en mente que sólo los más brillantes trazos de los meteoros serán captados, y que estos deberían ser visibles sobre los trazos de las estrellas, resultado de la rotación de la Tierra. Recuerde anotar las horas de inicio y final de sus exposiciones y las condiciones del cielo para ese momento.

Producido por el Departamento de Servicios de Información del Royal Greenwich Observatory.

PJA Miércoles 8 de Mayo, 10:44:36 GMT, de 1996, revisado por MJP Nov. 1996

webman@mail.ast.cam.ac.uk


Notas de ARVAL:

Las Leónidas deberían estar activas entre el 14 y el 21 de Noviembre, y alcanzar un máximo de cerca de 40+ meteoros por hora.

La típica velocidad promedio de los meteoros de Las Leónidas, es 71 Km/s.

Información del 1997 Meteor Shower Calendar del International Meteor Organization (IMO)


Las Leónidas es una lluvia de meteoros periódica que tiende a ser insignificante la mayor parte de los años, pero en intervalos de 33 años, produce una espectacular tormenta de meteoros.
El radiante de la lluvia está en A.R. 10h 12', Dec. +22°
Está asociada con el cometa Tempel-Tuttle (1866 I).
Las lluvias de 1799, 1833, y 1866 fueron como tormentas, pero en 1899 y 1933 sólo mostraron espectáculos mediocres. (1)

Un año o dos antes de las tormentas de Leónidas de 1833 y 1966, el cometa apenas rozó nuestra órbita, a distancias de 0,0012 y 0,0031 U.A respectivamente. Tasas horarias de cerca de 50.000 a 150.000 meteoros fueron vistas en ambos casos.
Para las ocasiones de 1998-1999 la distancia aumenta a 0,0080 U.A. Esto es casi tres veces más que en 1966 y unas seis veces más que en 1833. Uno podría concluir que los eventos de 1998-99 podrían quedar cortos ante la actividad de las tormentas de observadas en 1833 y 1966.
Aun así, habrá un premio de consolación. El cometa Temple-Tuttle mismo, tendrá su mejor aparición desde 1865. Donald K. Yeomans (JPL) anota que este objeto histórico debería pasar lo más cerca de la Tierra, 0,36 U.A., el 17 de Enero de 1998, cuando pasará a menos de 8° del polo Norte celeste. (2)

Fuentes:
(1) Facts on File Dictionary of Astronomy, editado por Valerie Illingworth.
(2) Sky & Telescope, Noviembre de 1996, pág. 74.




El inicio del estudio científico de las lluvias de meteoros se atribuye al espectacular despliegue producido por las Leónidas de 1833. Se descubrió que las "Lluvias de Meteoros" aparentan originarse de un punto en el cielo llamado el Radiante, por lo que sus meteoroides deben moverse en órbitas paralelas, formando una "corriente". El radiante de las Leónidas, está 10° al Norte de Régulus, en la constelación de Leo (en A.R. 10h 12', Dec. +22°), de allí su nombre.
El primer reporte corroborador encontrado fue el de Alexander von Humboldt, quien en su libro "Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente" (1816), reportó haber observado con Aimé Bonpland, desde Cumaná, en Venezuela, miles de brillantes meteoros antes del amanecer del 12 de Noviembre de 1799.
El reporte de Humboldt de esta observación comenzó la investigación sobre la periodicidad anual de las lluvias de meteoros.


La noche del 11 al 12 de noviembre era fresca, y de la mayor belleza. A la mañana desde las 2 1/2 se vieron del lado Este los meteoros luminosos más extraordinaros. El Sr. Bonpland, que se había levantado para gozar del fresco en la galería los percibió primero. Millares de bólidos y de estrellas fugaces se sucedieron durante 4 horas. Era su dirección muy ordenadamente de Norte a Sur, y colmaban una parte del cielo extendida desde el verdadero punto del Este, 30° hacia el Norte y el Sur. En una amplitud de 60° veíanse los meteoros elevándose por encima del horizonte al E.N.E. y al E., trazando arcos más o menos grandes y cayendo hacia el Sur después de haber seguido la dirección del meridiano. Algunos alcanzaban 40° de altura: todos sobrepasaban de 25° a 30°. El viento era muy leve en las bajas regiones de la atmósfera y venía del Este. Ningún vestigio de nubes se veía. El Sr. Bonpland refiere que desde el comienzo del fenómeno no había en el cielo un espacio igual en extención a tres diámetros de luna que no se viese a cada instante colmado de bólidos y de estrellas fugaces. Los primeros en menor número; pero como los había de diferente magnitud, era imposible fijar el límite entre estas dos clases de fenómenos. Todos estos meteoros dejaban huellas luminosas de 8 a 10 grados de longitud, como ocurre a menudo en las regiones equinocciales. La fosforencia de estas huellas o fajas luminosas duraba de 7 a 8 segundos. Varias estrellas fugaces tenían un núcleo muy distinto, tan grande como el disco de Júpiter, del que salían chispas de un brillo sumamente vivo. Los bólidos parecían quebrarse como por la explosión; pero los más gruesos, de 1° a 1° 15' de diámetro, desaparecían sin escintilación, dejando detrás de si fajas fosforescentes, cuya anchura excedía de 15 a 20 minutos. La luz de estos meteoros era blanca y no rojiza, lo cual había de atribirse sin duda a la falta de vapores y a la suma transparencia del aire. Por la misma causa en los trópicos las estrellas de primera magnitud muestran al salir una luz sensiblemente más blanca que en Europa.

Casi todos los habitantes de Cumaná fueron testigos de este fenómeno, porque ellos dejaban sus casas antes de las 4 para asistir a la primera misa de la mañana. .....

Desde las cuatro menguó poco a poco el fenómeno; los bólidos y estrellas fugaces fueron más raros, aunque se distinguían todavía algunos hacia el Noreste, por su fulgor blanquecino y la rapidez de su movimiento, un cuarto de hora después de la salida del sol.


Alejandro de Humboldt, Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente. Libro IV. Capítulo X.
Traducción de Lisandro Alvarado.
Monte Ávila Editores, 2a edición, 1991. Tomo II.



Actualizada: Julio 21 '07, Junio 24 '14

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Para algunas imágenes ilustrativas y excelentes textos, enlace con: Meteoroides y Meteoritos en Vistas del Sistema Solar, de Calvin J. Hamilton

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